Los líderes deben ser muy cuidadosos con su lenguaje, porque sin darse cuenta el líder puede ir cambiando su lenguaje para defenderse de enemigos, reales o ficticios. El destacado escritor argentino Jorge Luis Borges expresó una gran verdad al reconocer que: “Hay que tener cuidado al elegir a los enemigos porque uno termina pareciéndose a ellos”, y algunas veces hasta superándolos. También ocurren estos desvíos extremos cuando el líder pierde los sanos limites en sus ansias y deseos de poder. Y el cambio de lenguaje guiará el posterior cambio de actitudes y conductas.
Liderizar en cualquier aspecto o área conlleva la enorme responsabilidad de la enseñanza a través del ejemplo. «Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera», decía Albert Einstein. El ejemplo del líder, para bien o para mal, permanecerá como referencia presente y futura para sus seguidores, así como para las generaciones venideras.
El también escritor británico George Orwell afirmaba que “Si el pensamiento corrompe el lenguaje, el lenguaje también puede corromper el pensamiento”. El líder puede ir hundiéndose en el fango de su lenguaje. Una de las figuras literarias más importantes de Inglaterra, Samuel Johnson, consideraba que “El lenguaje es el vestido de los pensamientos”.
Por su parte, el humanista y filósofo español Juan Luis Vives, afirmaba que “No hay espejo que mejor refleje la imagen de una persona que sus palabras”. Es un hecho, que las palabras y el lenguaje de una persona son mejor referencia de ella que todos los adornos, fortuna o títulos que lleve por fuera.
El Clérigo Sudafricano y Premio Nobel de la Paz (1984), Desmond Tutu, refería que su padre le decía: “No levantes la voz, mejora tu argumento”. Para un líder es vital que disponer de buenos y válidos argumentos, resultado del análisis equilibrado de cualquier tema, porque ello le permitirá hacer una responsable, honesta y equilibrada defensa de sus puntos de vista al comprender, entender y sensibilizarse con los argumentos, puntos de vista, perspectivas o discrepancias de la otra parte.
Saber escuchar es un aspecto vital para una efectiva comunicación. Muchas veces escuchamos con el filtro de nuestras propias creencias y paradigmas, por lo cual la percepción del tema a tratar está sesgada o limitada. Los filtros de nuestra percepción, rechazan o descartan todo lo que no está en línea con nuestra opinión o creencia, cerrando la puerta a nuestros sentidos y la lógica. Para un auténtico líder saber escuchar con mente abierta es condición vital.
Un lenguaje incendiario, hace efecto cuando a quien llega es de actitud o convicción inflamable, ignorante del tema o poco racional; en caso contrario, ese verbo no tiene capacidad de hacer combustión. Pero también debemos reconocer, que muchos líderes a través de la historia, han sabido utilizar astutamente sus palabras para manipular emociones, convencer y despertar odios en sus seguidores, con el fin de lograr sus objetivos personales mientras destruyen todo a su paso.
El líder debe usar su lenguaje para expresar y transmitir ideas, pensamientos y sueños, rutas y objetivos en beneficio de todos, pero nunca para imponerlos ni para manipular. Las palabras debe utilizarse para construir y nunca para destruir, porque las palabras tienen ambos poderes. Tengamos presente que «podemos acariciar a la gente con palabras», tal cual lo afirmó el filósofo francés Francis Scott Fitzgerald.