«Hay que tener cuidado al elegir a los enemigos porque uno termina pareciéndose a ellos» Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor y Poeta Argentino.

Algunas veces, sin darnos cuenta, terminamos usando las mismas palabras destructivas de nuestros enemigos, construimos polaridades y muros, destruimos puentes, ejecutamos decisiones y acciones, que alguna vez les criticamos a ese enemigo, y corremos el riesgo de convertirnos en el mismo tipo de monstruo que alguna vez despreciamos. Esto puede ocurrirle a cualquiera de nosotros, pero es más preocupante cuando le ocurre a alguien que lidera grandes masas de individuos.
Podemos llenarnos de odio y transpirar ese odio en todas nuestras decisiones y acciones. Muchos de estos odios son viscerales importados de otros horizontes y de otros momentos en el tiempo, resultado de otros errores, algunos vividos, pero otros muchos simplemente “heredados” o impresos en nuestro “ADN”, que son extrapolados a los nuevos lugares y momentos, repitiendo y reviviendo continuamente en sus mentes la historia que vivieron, les contaron o simplemente inventaron, convirtiéndose en fanáticos defensores de esas creencias, dolores y odios, aunque quizá -algunos de éstos- no tengan sentido por estar fuera de tiempo.
Nuestro enemigo ha triunfado cuando nos convierte en un clon de ellos.

