Los valores organizacionales: Una teoría bonita pero una práctica en decadencia.

Los valores para muchas organizaciones han venido convirtiéndose en simple “Saludo a la bandera”, cuando ese saludo es solo un gesto, sin conciencia, alma ni corazón. La razón es que cada vez los valores organizacionales son más ocasionales o condicionales. Ese esperpento llamado “ética situacional”, que nos autoriza para acomodar o ajustar nuestra “ética” acorde con las circunstancias representa una despreciable manera de ser y actuar.

Los recientemente ocurrido con algunas organizaciones importantes, las cuales, ante la presión del gobierno, dejaron de apoyar causas que posiblemente estaban solo escritas en sus páginas web y en las paredes de sus oficinas, pero que en realidad eran más decoración que realidad, porque reflejaban “compromisos” huecos; por lo cual, sin el más mínimo reproche de conciencia, borraron de golpe lo que apenas hasta hace algunos días predicaban. No es una crítica política hacia el gobierno, porque ese es otro tema, es una crítica a la falta de seriedad y firmeza de esas organizaciones de plastilina.

Es el caso de corporaciones que inmediatamente -ante la presión del gobierno- abandonaron sus políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI), las cuales en realidad nunca se correspondieron con sus valores oscuros y ocultos, solo fueron palabras acomodadas, que en su reacción para eliminarlas demostraron no tener conciencia ni compromiso, más allá de sus negocios.

Es importante comprender que en teoría los valores dan un sentido de significado y propósito a lo que hacen personas y organizaciones. En el caso específico de las organizaciones, dan soporte a su identidad y pautas culturales y deberían ser guías para las decisiones, acciones y objetivos. Los auténticos valores establecen un mapa de conductas aceptadas para que las organizaciones y su gente se guíen y orienten internamente y en su entorno.

Aclaremos que los valores y los principios tienen diferencias, ya que estos últimos son universales y permanentes, no dependen del entorno, mientras los valores están más relacionados con la cultura y sus creencias, por lo cual puede tener variaciones entre cultura y cultura, entre una organización y otra.

La palabras ocasional y condicional, expresadas en forma de crítica de mi parte, significan que en esta triste perspectiva los valores dependen de la situación, coyuntura o condición del momento. En otras palabras, que son cambiables, modificables o intercambiables, o sea, canjeables o negociables.

Como decía el humorista estadounidense Groucho Marx “Tengo mis principios, pero si no te gustan tengo otros”, esa frase de Groucho expresa de manera sarcástica esos “valores” canjeables o negociables. Aunque el refería equivocadamente la palabra principios, en realidad hacía referencia a esos “valores” que son acomodados, ajustados o desechados dependiendo de las circunstancias.  

Los auténticos valores -guiados por principios- dan soporte a una cultura sólida, constituyendo la brújula organizacional que guía y regula las decisiones y acciones de la organización y su gente, y que permiten unificar criterios, estrategias y tácticas, conformando una reputación. Mientras los “valores” que están en venta nos llevan a dudar de lo que hacen esas camaleónicas organizaciones, tanto interna como externamente, para conseguir sus objetivos a cualquier precio.

Miguel A. Terán

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Miguel A. Terán

Psicólogo especialista en Desarrollo de Líderes y Organizaciones, Coach Certificado, Diplomado en PNL y Psicología Positiva, Certificado en Gestión de Recursos Humanos. Ha ejercido cargos de gerencia y dirección regional en el área de latino-américa, para importantes empresas (PwC-PricewaterhouseCoopers, GSK-GlaxoSmithKline, Quaker Oats Company, entre otras). Profesor universitario (UCV), Coach Organizacional, de Liderazgo, Profesional y de Negocios. Escritor, Orador, Entrenador e Instructor en Programas de Formación y Desarrollo Ejecutivo, Gerencial y de Liderazgo.

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