Nos gusta escuchar historias y puntos de vista que están en línea con nuestra forma de pensar, con aquello que creemos, con la forma como vemos el mundo o con aquello que nos interesa. Nos afiliamos a personas o grupos que dicen lo que nos hemos acostumbrado a escuchar o lo que queremos escuchar. No obstante, las historias y puntos de vista tienen variadas perspectivas y éstas refuerzan las creencias que nos definen -no solo- como individuos sino como seres sociales.
Sin embargo, parece cierto que “La historia la escriben los vencedores”, tal cual refirió años atrás el escritor, novelista y crítico inglés George Orwell; por lo cual, al no cuestionar las historias que sustentan nuestras creencias corremos el riesgo de estar equivocados, cuando son creencias no intereses. “No solo enseñes a tu hijo a leer, enséñale a cuestionar lo que leen. !Enséñale a cuestionar todo!” decía el actor, escritor y comediante estadounidense George Carlin.
Solo con tener la amplitud de criterio –y brindarnos la oportunidad- para leer de variada fuente, encontramos –y nos sorprende- que muchas historias no coinciden. Y luego de esa lectura quedamos en un limbo, en ese borde de duda. Ese no coincidir, lejos de motivar la búsqueda de más y mejor información para aclarar y dar perspectivas distintas, para muchos individuos representa la oportunidad de radicalizarse en defensa de la historia original. De esa manera, muchos terminan afirmando sus creencias y perspectivas mientras condenan o critican otras versiones. Decía el famoso filósofo y escritor español Miguel de Unamuno “A quienes no olvidan porque su memoria viene de la ideología y no de la experiencia”.
No es fácil desmontar historias, cuentos o mitos, que puedan hacernos considerar que el héroe -el actual héroe- en realidad fue el victimario y que la anterior víctima fue en realidad el héroe. En muchos casos, estás historias están arraigadas desde nuestra infancia; por ello, no será fácil entender –ni menos aceptar- que Batman puede haber sido el malo en la vida real y que El Guasón haya sido el bueno.
De hecho los gobiernos extremistas o radicales de derecha o de izquierda, hacen grandes esfuerzos por cambiar la historia y darle otro sentido a la misma para las nuevas generaciones. Un nuevo sentido de acuerdo a sus intereses, convicciones o a la real-realidad, ya que no hay garantía que la anterior fuera verdadera. En cualquier sociedad todos esos cambios del cuento histórico, a través del tiempo, terminaran dejando a la sociedad sin la verdadera historia, ratificando que no hay verdades absolutas sino relativas.
El pensamiento binario, compuesto por dos elementos, o el pensamiento bipolar, por dos polos opuestos, no debe acompañar a un líder. El pensamiento del líder debe ser multidimensional, multipolar, decimal en vez de binario, para que tenga la amplitud y acoja variadas perspectivas y puntos de vista.
Una necesaria y válida posibilidad es reconocer un punto medio, que suene un razonable equilibrio, entre dos historias contrapuestas, donde ambas tienen aciertos y desaciertos. No podemos negar que a la historia le han “metido mano” tantos intereses, que nunca sabremos si la “real historia” fue real o fue escrita en algún momento o fue cambiada con el paso del tiempo, para servir a particulares intereses de turno.
Muchas historias universales tiene además el sesgo del lenguaje, cuando la errónea escogencia de alguna o algunas palabras –para hacer la traducción- dio sentido diferente a lo escrito; más adelante, el tema se sesgo aún más cuando alguien tradujo sobre lo ya traducido, y el error de contenido continúo creciendo.
Además, es un hecho que la ignorancia, la obstinación y fanatismo de los seguidores fue vital para muchos pseudo-líderes, a través de la historia y aún en el presente, porque esos factores de distorsión han permitido al “líder” o al grupo que gobierna manipular historias y emociones, alineándolas hacia sus particulares y personales intereses.
Entonces, la primera y más compleja tarea de un líder parece ser definir la realidad, aunque parezca una tarea utópica es necesario hacerlo, porque de lo contrario no sabemos dónde estamos y menos que ruta tomar para ir donde queremos. Para intentarlo, de la mejor manera, un verdadero líder debe estimular e incentivar las opiniones diferentes o contrarias a la suya, nutrirse de otras perspectivas y cuestionarse, para conocer la evolución de los procesos y desarrollar desde una perspectiva más general y sistémica, que le permita acercarse a una realidad de beneficio para todos, no solo para sus seguidores ni para su proyecto.