En este momento en el cual algunos líderes y ciudadanos plantean un retorno a la actividad regular, en otras palabras, a abrir la actividad económica y laboral, así como activar la vida social y comunitaria, es vital que esos líderes comuniquen clara y precisamente los riesgos aún presentes en esta nueva etapa de apertura y flexibilización.

A toda costa, los líderes deben evitar expresar mensajes disonantes o que vayan en vías contrapuestas, y que eventualmente se opongan o contradigan unos mensajes a otros, porque ello llevaría a generar en seguidores y ciudadanos serias confusiones y dudas.
Líderes y ciudadanos debemos comprender que esta flexibilización es un proceso que requerirá tiempo; por lo cual, no se trata solo de minimizar la situación decretando que a partir de “mañana todo será normal”, y de la racional y necesaria flexibilización de las medidas en el tiempo, la población pase de inmediato al relajo total de las normas.
Es un hecho, y lo reconocen autoridades científicas y sanitarias a nivel mundial, que los riesgos aún están activos y vigentes, y así seguirán por algún tiempo, aún no precisamente determinado. Las personas mayores o con alto riesgo -debido a prexistencias de salud- lo recomendable es que permanezcan en casa. Igualmente, las actividades que pueden ser pospuestas para un futuro deben dejarse para un futuro, ajustando nuestras reales prioridades y teniendo presente que lo que está en juego son nuestras vidas. Tengamos presente que el riesgo es proporcional a la exposición, por lo cual “A mayor exposición o contactos mayor riesgo”.
Mensajes equivocados de “tranquilidad” por parte de los líderes, generarán una irreal e irracional sensación de “tranquilidad” y «confianza», haciendo que las personas más ignorantes pierdan la real dimensión del riesgo y comiencen a comportarse de manera absolutamente imprudente ante un virus muy peligroso.
Es un hecho que un mensaje equivocado -sesgado o light- por parte de los líderes, llevará a una percepción errónea de la situación actual en quienes los escuchan y -sobre todo- en quienes creen en ellos; lo cual, podría traer en breve tiempo una nueva ola de contagios o un rebote del virus, que podría ser más preocupante y complejo que la primera etapa de contagios, porque nos tomaría a todos agotados y con escasos recursos para enfrentarlo.
Los líderes, conscientes de su rol y responsabilidad, en esta segunda etapa de la crisis del CoronaVirus, deben dar ejemplo cumpliendo ellos las normas de flexibilización y estimulando, motivando y exigiendo el cumplimiento de estas por parte de las poblaciones y grupos que lideran, para garantizar que esta nueva etapa de flexibilización hacia la normalidad haga realidad el deseo de disminución y eliminación de los contagios, evitando mayores pérdidas humanas y económicas.
Miguel A. Terán