LA BÚSQUEDA DE UN ENEMIGO EXTERNO: UNA PRACTICA COMÚN DEL FALSO LIDERAZGO

Miguel A. Terán

La costumbre y práctica de buscar un culpable o enemigo externo es bastante común en las relaciones humanas, en diferentes ambientes sociales, familiares, amistosos, económicos, laborales, religiosos, políticos, geopolíticos, etcétera. La historia de la humanidad está llena de tristes ejemplos relacionados con esta milenaria práctica.

Con la búsqueda y atribución a alguien o a algo de cualidades o intenciones dañinas, perversas, malvadas o diabólicas, quien utiliza esta estrategia intenta lograr algunos fines:

  1. Descalificar, dañar, afectar o destruir a ese alguien o algo;
  2. Escapar, a través de ese enemigo externo, de los problemas propios, desviando la atención hacia otro lado;
  3. Sacar beneficio económico, de negocios, de poder o de otro tipo en esa lucha contra el “enemigo” externo.

Expresaré como analogía un caso común en las relaciones de pareja, cuando el fantasma de la infidelidad aparece. Este fantasma se vuelve realidad a través de una tercera persona, a la cual -el miembro traicionado de la pareja- le atribuye la autoría o causa del problema de infidelidad.

En otras palabras, ese miembro de la pareja que se siente traicionado considera que no había razones para tal infidelidad, y que todo surge con la aparición de un tercero, quien se ha inmiscuido o entremetido en la relación trastornando, afectando o destruyendo lo que era -a entender del afectado- una “relación muy feliz”, hasta ese momento.

Hablando claro, la verdad es que el tercero aparece porque la relación ya mostraba signos de desgaste o deterioro. La realidad es que nadie tiene cabida en una relación sólida, en ese tipo de relación -literalmente- blindada por casi todos los ángulos.

Llevando el anterior ejemplo al liderazgo, podemos evitar que un individuo pretenda que seamos sus seguidores en la lucha contra alguien o algo, sin haber comprendido las reales raíces del problema ni los intereses del referido individuo esa lucha. Es vital tener presente que en esa lucha podríamos estar sacrificando muchas cosas, pero con seguridad estaremos perdiendo nuestra paz. Siglos atrás expresaba el filósofo y teólogo cristiano Erasmo de Rotterdam que la “La paz más desventajosa es mejor que la guerra más justa”.

Muchos conflictos humanos, familiares, sociales, religiosos, económicos, laborales, políticos y geopolíticos, tiene sus orígenes en esa búsqueda del tercero diabólico. Si ese enemigo no existe; entonces, se le fabrica, porque es condición vital para manipular dos emociones básicas, ira y miedo, creando en los seguidores un enemigo común contra el cual luchar. Ese enemigo aumenta la cohesión y el sentido de pertenencia en los miembros del grupo, tema que aprovechan esos falsos líderes para llevar a los seguidores a sus batallas personales.

Emociones adicionales como aversión y repulsión, surgidas de campañas de mercadeo para estimular odios, irán dando -literalmente- más “sazón” al tema, logrando convertir a ese enemigo en la causa de muchos problemas, la mayoría de ellos no reales sino más bien creados.

Ese enemigo externo juega un rol importante en desviar o desvirtuar los problemas internos, dejándolos a un lado, para unir fuerzas en la lucha contra tal enemigo. Pero esta postura tiene un grave resultado debido a que se descuidan los problemas internos, los cuales irán creciendo y agravándose por falta de atención. “Si quien gobierna no reconoce los males hasta que los tiene encima, no es realmente sabio”, afirmaba el filósofo político Nicolás Maquiavelo.

Es común escuchar a una organización culpando de sus problemas a las regulaciones del gobierno, a los sindicatos, a la inflación y otros “enemigos” más, sin reconocer sus propias fallas de gerencia y de falta de visión. Podemos observar a un político criticando un país vecino en vez de brindar atención a los problemas de su propio país. Un incendio en la casa del vecino impedirá que podamos oler el propio humo de nuestra casa que se incendia.

Las guerras -en especial- tradicionalmente han servido para diversos fines, muchos de ellos alejados de lo que podríamos considerar que era la verdadera causa o razón de la guerra. Detrás de las razones simples para las batallas existen múltiples intereses. La historia no refiere grandes fortunas que se construyeron aprovechando circunstancias y oportunidades que brindaban las guerras.

Desgraciadamente los líderes no son individuos vacunados contra la insensates; y por ello, pueden llevar a sus seguidores a luchas contra enemigos irreales o a participar en batallas que siempre representarán perdidas. Algunas veces, hasta el propio líder, es simplemente un “tonto útil” de algunos intereses que él mismo desconoce. Pero es importante -realmente vital- reconocer la alícuota de culpa del seguidor, quien, de manera ignorante, insensata y hasta borrega, sigue dócilmente y sin cuestionar mucho a ese líder que lo llevará por mal camino.

Como seguidores o ciudadanos debemos exigir a nuestros líderes que prioricen adecuadamente los problemas que deben atender en beneficio de todos, dejando a un lado la búsqueda de enemigos externos, para reconocer y luchar contra los enemigos internos reales, no aquellos que el líder considera enemigos internos por la simple razón que no apoyan sus insensateces.

En la mayor parte de los casos, con seguridad, nuestro peor enemigo somos nosotros mismos y es allí donde debemos hacer esfuerzos para superar nuestros reales problemas. Aceptemos a ese líder que nos invita a mirar con honestidad dentro de nosotros mismos como personas, grupos, equipos, comunidades, sociedades y países, para buscar las raíces reales de los problemas que nos afectan y encontrar alternativas para su solución.

Publicado por

Miguel A. Terán

Psicólogo especialista en Desarrollo de Líderes y Organizaciones, Coach Certificado, Diplomado en PNL y Psicología Positiva, Certificado en Gestión de Recursos Humanos. Ha ejercido cargos de gerencia y dirección regional en el área de latino-américa, para importantes empresas (PwC-PricewaterhouseCoopers, GSK-GlaxoSmithKline, Quaker Oats Company, entre otras). Profesor universitario (UCV), Coach Organizacional, de Liderazgo, Profesional y de Negocios. Escritor, Orador, Entrenador e Instructor en Programas de Formación y Desarrollo Ejecutivo, Gerencial y de Liderazgo.

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