LA BÚSQUEDA DE UN ENEMIGO EXTERNO: UNA PRACTICA COMÚN DEL FALSO LIDERAZGO

Expresaré como analogía un caso común en las relaciones de pareja, cuando el fantasma de la infidelidad aparece. Este fantasma se vuelve realidad a través de una tercera persona, a la cual -el miembro traicionado de la pareja- le atribuye la autoría o causa del problema de infidelidad.

En otras palabras, ese miembro de la pareja que se siente traicionado considera que no había razones para tal infidelidad, y que todo surge con la aparición de un tercero, quien se ha inmiscuido o entremetido en la relación para trastornar, afectar o destruir lo que era -a entender del afectado- una “relación muy feliz”, hasta ese momento.

Hablando claro, la verdad es que un tercero aparece porque la relación ya mostraba signos de desgaste, deterioro o quiebre. En la perspectiva real es que nadie tiene cabida en una relación sólida, porque es una relación -literalmente- blindada por casi todos los ángulos. El enemigo externo nos impide reconocer y tratar de corregir nuestros propios errores.

Llevando el anterior ejemplo al liderazgo, podemos evitar que un individuo o grupo pretenda que seamos sus seguidores en la lucha contra alguien o algo, sin haber comprendido las reales raíces del problema ni los intereses del referido individuo o grupo en esa lucha. Es vital tener presente que en esa lucha podríamos estar sacrificando muchas cosas, pero con seguridad estaremos perdiendo nuestra paz. Siglos atrás expresaba el filósofo y teólogo cristiano Erasmo de Rotterdam que la “La paz más desventajosa es mejor que la guerra más justa”.

Muchos conflictos humanos, familiares, sociales, religiosos, económicos, laborales, políticos y geopolíticos, tiene sus orígenes en esa búsqueda del tercero diabólico. Si ese enemigo no existe; entonces, se le fabrica, porque es condición vital para desvirtuar la realidad al manipular dos emociones básicas, ira y miedo, creando en la mente de los seguidores un enemigo común contra el cual luchar. Ese enemigo aumenta la cohesión y el sentido de pertenencia en los miembros del grupo, tema que aprovechan los falsos líderes para llevar a los seguidores a involucrase en sus batallas, que en realidad no son las batallas de los seguidores.

Emociones adicionales como aversión y repulsión, surgidas de planificadas campañas de mercadeo para estimular odios, irán dando -literalmente- más “sazón” al tema, logrando convertir a ese enemigo en la causa principal de los problemas, la mayoría de ellos son problemas no reales sino más bien creados artificialmente. Mientras los seguidores están preocupados y desviando su atención hacia ese «enemigo externo», quienes liderizan esa falsa cruzada tendrán tiempo para lo que les beneficie.

Ese enemigo externo juega un rol importante en desviar o desvirtuar la realidad y los problemas internos, dejándolos a un lado, para unir fuerzas en la lucha contra tal enemigo. Pero esta postura tiene un grave resultado debido a que se descuidan los problemas internos, los cuales irán creciendo y agravándose por falta de atención. “Si quien gobierna no reconoce los males hasta que los tiene encima, no es realmente sabio”, afirmaba el filósofo político Nicolás Maquiavelo.

Es común escuchar a una organización culpando de sus problemas a las regulaciones del gobierno, a los sindicatos, a la inflación y otros “enemigos” más, sin reconocer sus propias fallas de gerencia, liderazgo y de falta de visión. Podemos observar a un político criticando un país vecino en vez de brindar atención a los problemas de su propio país. Un incendio en la casa del vecino impedirá que podamos oler el propio humo de nuestra casa que se incendia.

Las guerras tradicionalmente han servido para diversos fines, muchos de ellos alejados de lo que podríamos considerar que era la verdadera causa o razón de la guerra, si es que de verdad existía. Detrás de las razones expuestas y mercadeadas para justificar una guerra existen múltiples intereses ocultos. A través de los años grandes fortunas se construyeron aprovechando circunstancias y oportunidades que brindaban las guerras.

Desgraciadamente los líderes no son individuos vacunados contra la insensates; y por ello, pueden llevar a sus seguidores a luchas contra enemigos irreales o a participar en batallas que siempre representarán perdidas. Algunas veces, hasta el propio líder, es simplemente un “tonto útil” de algunos intereses de orden superior que él mismo desconoce. Pero es importante -realmente vital- reconocer la alícuota de culpa del seguidor, quien, de manera ignorante, insensata y hasta borrega, sigue dócilmente y sin cuestionar mucho a ese líder que lo llevará por mal camino.

Como seguidores o ciudadanos debemos exigir a nuestros líderes que prioricen adecuadamente los reales problemas, enfocando recursos y esfuerzos para atenderlos en beneficio de todos, dejando a un lado la búsqueda de enemigos externos, para reconocer y luchar contra los enemigos internos reales, no aquellos que el líder o su grupo consideran enemigos internos por la simple razón que no apoyan sus insensateces.

En la mayor parte de los casos, con seguridad, nuestro peor enemigo somos nosotros mismos y es allí donde debemos hacer esfuerzos para superar nuestros reales problemas. Aceptemos a ese líder que nos invita a mirar con honestidad dentro de nosotros mismos como personas, grupos, equipos, organizaciones, comunidades, sociedades y países, para buscar las raíces reales de los problemas que nos afectan y encontrar alternativas para su solución.

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Miguel A. Terán

Psicólogo especialista en Desarrollo de Líderes y Organizaciones, Coach Certificado, Diplomado en PNL y Psicología Positiva, Certificado en Gestión de Recursos Humanos. Ha ejercido cargos de gerencia y dirección regional en el área de latino-américa, para importantes empresas (PwC-PricewaterhouseCoopers, GSK-GlaxoSmithKline, Quaker Oats Company, entre otras). Profesor universitario (UCV), Coach Organizacional, de Liderazgo, Profesional y de Negocios. Escritor, Orador, Entrenador e Instructor en Programas de Formación y Desarrollo Ejecutivo, Gerencial y de Liderazgo.

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