Comencemos por aclarar el concepto de Nepotismo, que podemos definirlo -tomando referencias de la web- como “La ilimitada preferencia de algunos funcionarios para dar empleos o asignar cargos a familiares y amigos, sin considerar méritos, formación ni competencias de éstos para ocupar esos cargos, solo otorgando valor a la lealtad, la relación y las alianzas”.
En sus miedos, temores y desconfianzas, muchos líderes -y la historia nos recuerda innumerables casos- han preferido rodearse y llenar puestos de gobierno con familiares y amigos muy cercanos. Esta práctica, una vez puesta en marcha en el más alto nivel comienza a expandirse en los niveles inferiores del sistema de gobierno de la sociedad o institución.
El “virus” del nepotismo contamina en forma de cascada a todo el sistema político, de gerencia y gestión, porque los elegidos por nepotismo a su vez se rodean de otros familiares y amigos cercanos, repitiendo el sistema de escogencia, sin consideraciones a los méritos ni competencias profesionales, ya que solo se valora el irrestricto apoyo del escogido al “líder” que lo escogió y al proceso. En algunas empresas, especialmente las de corte familiar, también es común este tipo de práctica, que ha llevado a muchas a la quiebra.
Recuerdo las palabras de una amiga que dejó un cargo de mediano nivel en el gobierno de su país, al cual había escalado paulatinamente por méritos. La decisión de retirarse la tomó cuando la nueva y máxima autoridad del área, escogida políticamente en una demostración de claro nepotismo, expresó -en una reunión- a los integrantes de su equipo que la estabilidad laboral en dicha institución dependería más del compromiso y apoyo irrestricto e ilimitado al sistema de gobierno, al proceso político y a sus líderes, que a los resultados de sus particulares gestiones.
El nepotismo no debería tener cabida en los sistemas democráticos, porque esta práctica -sin lugar a duda- propicia la corrupción e impunidad, ya que en un momento determinado la institución o gobierno se convierte en un grupo de cómplices, porque en todos los puestos de las diferentes áreas y poderes estarán inoculadas personas del clan. La página Wikipedia, hace referencia a Pisístrato, el tirano griego que gobernó en tres oportunidades a Atenas, y quien para proteger su poder y planes entregó la mayoría de los cargos políticos y públicos a sus familiares y amigos más cercanos.
En los sistemas democráticos existe la separación o división de poderes ejecutivo, legislativo y judicial del Estado, ejercidos por distintos órganos de gobierno, autónomos e independientes entre sí, lo cual -en teoría- permite conservar efectiva vigilancia y adecuados controles, que impidan excesos de los gobernantes y garanticen una gestión política y social balanceada y equilibrada. No obstante, este esquema de equilibrio y control pierde fuerza y efectividad cuando los poderes dejan de ser autónomos e independientes.
El brillante filósofo y jurista francés Montesquieu, argumentaba que «Todo hombre que tiene poder se inclina a abusar del mismo; él va hasta que encuentra límites. Para que no se pueda abusar del poder hace falta que, por la disposición de las cosas, el poder detenga al poder». (1) En los sistemas autocráticos los poderes pierden su autonomía e independencia porque todos responden al beneficio de un mismo grupo de individuos, en ellos el nepotismo y otros virus similares encuentran el adecuado ecosistema para reproducirse.
Un auténtico líder debe rodearse de individuos competentes, autónomos e independientes con libertad para sugerir, argumentar y defender puntos de vista y acciones, sin temores ni otro compromiso diferente al beneficio de todos los integrantes del sistema político y social, de esta manera no tendrían cabida esos virus políticos que han venido destruyendo los sistemas democráticos.
Referencias de: Wikipedia.
1. Montesquieu «Complete Works, vol. 1 (The Spirit of Laws) – Online Library of Liberty».
Tenemos, desgraciadamente por experiencia propia, muchos lamentables ejemplos de nepotismo en este narco gobierno que nos agobia! Va un abrazo! Enviado desde mi dispositivo Samsung
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No es solo en Venezuela. Es una realidad en gobiernos autocráticos, pero esta creciendo en las democracias.
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