El estilo de liderazgo autocrático. Miguel A. Terán

Un sistema de gobierno tiende a la autocracia cuando paulatina o gradualmente el poder se va concentrando en una sola persona, cuya voluntad y particulares intereses son su única guía, dejando a un lado el bienestar y los intereses del resto de la sociedad.

Los gobiernos autocráticos pueden asumir el poder por medio de un golpe de estado o a través de elecciones democráticas y, posteriormente, el líder elegido se va transformando, hasta dejar al descubierto su verdadera cara autocrática y dictatorial.

Una estrategia usual del liderazgo autocrático, en esa toma paulatina y absoluta del poder, es deslegitimar las instituciones de la sociedad, los procesos y los logros de gestiones anteriores. Realizar cambios en la estructura de valores de la sociedad es un claro objetivo del liderazgo autocrático. La prensa libre es un peligrosos enemigo que el autócrata debe silenciar, cuestionar, desprestigiar o atacar de diferentes maneras, inclusive hasta comprando medios. Lograr cambios o modificación en las constituciones nacionales es otra estrategia para preparar «el traje a su medida», con el cual el autócrata gobernará a sus anchas.

La figura del autócrata, para las masas -más ignorantes- aunque hay excepciones -en cuanto a la ignorancia de algunas partes de esas masas- tiende a ser un ídolo casi divino, cuyas decisiones y acciones concluirán en el bien común, según la creencia de sus fanáticos seguidores. Referíamos, un par de líneas atrás, que hay excepciones y no todos son ignorantes seguidores, ya que -por ejemplo- a Hitler lo apoyaron varios reconocidos filósofos entre ellos Martin Heidegger, considerado el filósofo más importante del siglo XX.

Para el autócrata sus decisiones y acciones dejan de estar sujetas a restricciones legales ni a mecanismos que regulen, moderen o limiten su poder. La tendencia de este tipo de liderazgo demuestra con experiencias que este personaje comienza a promulgar y modificar leyes y practicas a su voluntad.

El autócrata puede sostener en su gobierno una falsa división de poderes, para dar cierta imagen democrática, donde los diferentes poderes -en la práctica- no se controlan, moderan ni limitan entre sí; y donde, en realidad la última palabra -en todos los aspectos- le pertenece al autócrata.

El autócrata es adverso y enemigo de todo lo que se oponga a su ideología y designios. Podríamos utilizar la expresión «archienemigo», para enfatizar ese elevado sentir de enemistad y odio visceral que siente el autócrata por todo aquel que disienta de su forma de pensar y actuar.

Los miembros de sus equipos de gobierno -generalmente- tienen las más altas tasas de rotación, entran unos y salen otros, una molienda de individuos. «Estás conmigo o estás contra mi» no deja opción a discrepar ni buscar un punto de equilibrio, por ello trabajar para el autócrata es -literalmente- “vender el alma al diablo”.

La tendencia en el tiempo es que un gobierno autocrático establezca, cada vez, mecanismos más fuertes de vigilancia y control para atacar a todo aquel que disienta de su estilo, decisiones y acciones. Son conocidas las experiencias en gobiernos autocráticos, en los cuales el chantaje fue una herramienta utilizada para lograr apoyos, no tan voluntarios. La revisión exhaustiva de historiales personales para buscar puntos negros, la confección de falsas acusaciones, la filmación de vídeos y más, fueron y han sido estrategias de este tipo de gobiernos para controlar disidencias.   

La autocracia -sin duda- es una de las principales características de los gobiernos dictatoriales. Una de las autocracias más demostrativas de este sistema de gobierno fue la ejercida por varias generaciones de los Zares de Rusia (1547-1917), quienes por siglos tuvieron el poder político y económico absoluto e ilimitado en todos los aspectos. Luego, sobran tristes experiencias en diversos continentes.

Las sociedades y ciudadanos deben tener cautela y olfato para reconocer a tiempo “lobos con piel de oveja”, evitando que algún particular líder asuma el poder y vaya “tejiendo” gradualmente un gobierno autocrático, de derecha o izquierda, y que se reconozcan tardíamente sus intenciones, cuando oponerse sea complicado y el costo de batallar contra ese monstruo sea elevado.

Individuos con algunas características y estrategias del autocrata, guardando las respectivas diferencias y distancias por razones del entono, dimensiones y alcance de gestión, son especímenes que también podemos encontrar en corporaciones, empresas, organizaciones e instituciones en diferentes áreas, tanto públicas como privadas.

Publicado por

Miguel A. Terán

Psicólogo especialista en Desarrollo de Líderes y Organizaciones, Coach Certificado, Diplomado en PNL y Psicología Positiva, Certificado en Gestión de Recursos Humanos. Ha ejercido cargos de gerencia y dirección regional en el área de latino-américa, para importantes empresas (PwC-PricewaterhouseCoopers, GSK-GlaxoSmithKline, Quaker Oats Company, entre otras). Profesor universitario (UCV), Coach Organizacional, de Liderazgo, Profesional y de Negocios. Escritor, Orador, Entrenador e Instructor en Programas de Formación y Desarrollo Ejecutivo, Gerencial y de Liderazgo.

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