Intentar escuchar mientras estamos cargados de emociones, distraídos, desenfocados o a la defensiva será un vano e inútil intento de escucha. La presencia, no solo física, sino en disposición e interés es vital para realmente escuchar. Martin Luther King decía que la verdad aumentará en la medida que sepamos escuchar la verdad de otros. El líder debe escuchar desde distintos ángulos y perspectivas, para ello debe procurar información de diferente y variada fuente, evitando o disminuyendo los sesgos y ampliando sus horizontes.
Una de las más comunes fallas al escuchar es estar buscando las respuestas o nuestras próximas palabras, mientras intentamos escuchar. Para escuchar debemos abrir no solo nuestros oídos, sino también nuestras mentes y corazones. Desgraciadamente, una buena parte de la escucha es selectiva, porque escuchamos solo lo que queremos escuchar. Los filtros que tenemos en nuestra percepción, resultado de nuestra cultura, crianza y experiencias, propias y ajenas, forman creencias y paradigmas que desvirtúan nuestra percepción.
En un mundo cargado de exceso de información está siempre latente el riesgo de perder lo realmente importante. Una queja común en todos los entornos de interacción humana, y los entornos de liderazgo no escapan de esta queja, es que “No me escuchan o no nos escuchan”.
Escuchar inquietudes y malestares resolviéndolas a tiempo evitará que -con el paso del tiempo- se conviertan en problemas. Es por ello, que escuchar debe acompañarse de las necesarias preguntas para aclarar, entender y comprender mejor lo que han tratado de expresar otras personas. El líder debe aprender a preguntar para motivar respuestas, planteamiento de ideas, alternativas, sugerencias y soluciones, escuchando atentamente. Tengamos presente que, ante un planteamiento, cuando no hacemos las necesarias preguntas quedarán espacios de duda en lo escuchado, que usualmente llenamos con interpretaciones y especulaciones acerca del tema tratado.
Escuchar es una señal de respeto a quien se expresa. Un líder sin actitud de escucha terminará rodeándose de seguidores o supervisados que no hablan, y cuando lo hacen, serán simple y tristemente un “Eco” de su líder.