Podríamos incluir en el título de este artículo a esos programas de liderazgo que parecen más cursos de cocina. La razón para esta analogía es que se ha desvirtuado la formación de líderes. En las emergencias y urgencias de estos tiempos, resultado del mismo inadecuado liderazgo, se escapa lo importante. La auténtica formación de un líder es un proceso, que requiere como insumos básicos tiempo, exposición paulatina a experiencias, formación teórica y mucha reflexión sobre todo lo anterior, para que se den procesos de cambio y transformación profunda en la conciencia de ese individuo que pretendemos convertirlo en un líder.
El individuo requiere desarrollarse primero como ser humano y social, para poder ejercer un liderazgo de bienestar hacia todas las partes del sistema que deberá liderar. Pretender desarrollar en un individuo sus habilidades de liderazgo, dándole herramientas, sin considerar el previo desarrollo de sus habilidades humanas y sociales, es como enseñar a un mono a manejar una hojilla, podemos lograr que la maneje habilidosamente, pero no sabremos lo que va a hacer con ella.
La formación de líderes tiene una parte formal académica, profesional y experiencial. En una de esas partes de la formación aparece el mercadeo de productos y programas de liderazgo, jugoso negocio para muchas empresas de consultoría y consultores. Importantes cifras, hablando de billones de dólares, invierten las organizaciones en formación y desarrollo de líderes. Sin embargo, buena parte de esa supuesta “inversión” deberíamos considerarla más un gasto, ya que muchos de esos programas, talleres o cursos no producen ningún beneficio tangible ni a la empresa ni al participante.
Gran parte de los artículos sobre liderazgo que a diario vemos en diferentes medios, parecen más recetarios de cocina, de aquí el título del artículo. Da la impresión de que para lograr lectores o “likes” los artículos deben ser muy breves y comenzar haciendo referencia a 3, 5 7 ó 10 cosas que debe hacer o tener el candidato a líder. Por otro lado aparece el Liderazgo 2.0, 3.0, 4.0 y a competir con los teléfonos celulares I-phones o Samsung, que ya van como por el 10.
La razón para tal perdida de dinero y tiempo, parece más un ritual organizacional que la búsqueda de un verdadero logro. Muchos potenciales líderes asisten a cursos de gerencia y programas de liderazgo, donde les enseñan todo lo que sus respectivos jefes no hacen. Recuerdo en mi temprana juventud profesional, inocentemente, traté de obtener el feedback de un gerente que participó en un curso sobre “Toma de Decisiones en la Empresa”, preguntándole ¿Cómo había sido la experiencia?, éste me respondió: “Antes del curso consideraba que mi jefe era un tarado tomando decisiones”, ¿y ahora?, pregunté, a lo que de nuevo me respondió: “Ahora estoy totalmente convencido que es un tarado tomando decisiones”; un par de meses después, este gerente, renunció y se fue a otra empresa.
En muchas ocasiones, no sabemos lo que estamos buscando, ni lo comprenderemos hasta tanto tomemos conciencia que el desarrollo de líderes es un proceso integral, cuyo más importante insumo es el tiempo requerido para formar al líder, mientras lo exponemos a experiencias, información, reflexión y aprendizajes. Es insensato continuar pretendiendo “desarrollar líderes” con programas de formación Overnight, tal cual un envío Overnight Delivery o Next Business Day a través de Fedex o UPS. Con la fantasía de desarrollar un individuo para convertirlo en líder de la noche a la mañana.
Para complementar el párrafo anterior, utilizaremos un ejemplo que nos provee una brillante frase del inversor y empresario Warren Buffet, quien dijo: “No puedes producir un bebé en un mes dejando embarazadas a nueve mujeres”. En similar línea de pensamiento, podemos tomar las palabras de quien fue un brillante consultor, Stephen Covey, quien afirmaba que “No hay atajos en muchos temas de vida”, y la formación de verdaderos líderes no escapa de estas palabras de Covey. No obstante, es necesario y justo reconocer que hay empresas que hacen de la formación de sus líderes un proceso muy serio, integral, consciente y responsable.
Y para concluir, ratificamos que las competencias de liderazgo –duras y blandas- necesitan consolidarse a través de una adecuada, integral y efectiva mezcla de información, conocimientos, reflexión, práctica y tiempo. Haciendo una analogía con el mundo de la cocina, sería válido recomendar que el líder debe “cocinarse en fuego de leña” o a “fuego lento”, nunca en microondas. Como los buenos vinos o licores el líder requiere añejarse, envejecerse y sazonarse.