Reconocer y valorar a un líder solo por sus resultados, especialmente a corto plazo, es un absoluto gesto de miopía, que demuestra incapacidad para enfocar los resultados e impacto de esa gestión en el mediano y largo plazo. Muchas decisiones y acciones “exitosas” en el presente pueden tener pésimas consecuencias en el tiempo; por ello, un auténtico líder debe comprender el impacto futuro de sus decisiones y acciones.
No se trata tampoco de solo evaluar y aplaudir sus logros, ni visualizarlos en el tiempo, sino que también es vital entender y comprender la forma en que éstos fueron alcanzados. Erróneamente algunos afirman que, si el fin es “lícito o válido”, los medios para alcanzarlo también se transforman en “lícitos o válidos”. Es importante aclarar que las pautas morales deben estar más allá de la normativa u orden jurídico, porque tienen que ver con el respeto por lo humano, no solo relacionadas con penalizar o castigar por incumplir o violar una ley o normativa.
“El fin Justifica los medios” es la frase atribuida al filósofo político italiano Nicolás Maquiavelo, aunque -según una nota de Wikipedia- la frase la escribió Napoleón Bonaparte en la última página de su ejemplar del libro «El Príncipe» de Nicolás Maquiavelo. El Premio Nobel de Fisiología o Medicina (1912) el investigador y científico francés Alexis Carrel, expresaba que “El sentido moral es de gran importancia. Cuando desaparece de una nación, toda la estructura social va hacia el derrumbe”.
Pero, la pregunta, a responder es ¿Qué hace a un fin lícito o válido? Sin duda, que esa licitud o validez dependerá de muchos factores que el líder debe tomar en consideración. El diccionario de la Lengua Española define la palabra lícito como algo “Que está permitido por la ley o es conforme a la moral”, personalmente considero que debe ser “Permitido por la ley y conforme a la moral”, deben ser incluyentes, ley y moral, no una de las dos. Porque, la ley y la moral, para que una sociedad tenga un progreso y desarrollo sustentable y sostenible en el tiempo, requieren transitar juntas.
Los valores deben ser guía u orientación primordial y básica para nuestros pensamientos, decisiones y acciones. Expresaba el político y ex presidente de la República Checa Václav Havel, que las leyes, ni un gobierno democrático, ni la economía de mercado funcionarán si no se establecen unos valores y unas obligaciones morales que sean compartidos, respetados y vividos por todos los integrantes de la sociedad.
Un auténtico líder es aquel que reconoce que su gestión debe garantizar los mejores resultados a corto, mediano y largo plazo, contribuyendo al balance, equilibrio y armonía de los diferentes actores y factores involucrados, sin producir fracturas en la estructura moral. Porque el tiempo nos hará reconocer que no fue válido sacrificar los resultados a largo plazo por logros a corto plazo. Aunque la escasa visión, oportunismo, intereses e irresponsabilidad de muchos líderes y seguidores los ha llevado a tomar y aprobar decisiones en el hoy, muy costosas para el mañana.
La historia nos recuerda que alcanzar logros poniendo en riesgo sanos principios y valores no ha sido una sana decisión. Un líder no debe ser promotor del deterioro de los valores en los cuales se sustenta la cultura de una institución, organización, comunidad o sociedad. Por lo contrario, el líder debe velar y predicar con el ejemplo en su día-a-día los valores que dan soporte a la cultura, porque de lo contrario, estaría contribuyendo a poner en riesgo y peligro el área que lidera, al romper los principios morales que le dan soporte a su estructura, procesos, interrelaciones y personas .
Tengamos siempre presente que los líderes pasarán, pero los efectos nutritivos o tóxicos de su gestión permanecerán vigentes en el tiempo, porque éstos efectos causarán una ruptura positiva o negativa en la cultura y las generaciones presentes y futuras.
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