
En un mundo tecnológico y cargado de datos e información es vital filtrarlos y verificarlos, para determinar la veracidad o no de los mismos, antes de creerlos y transmitirlos a otras personas. Sin lugar a duda, que esta responsabilidad está en nuestras manos. Podemos convencernos de una mentira y ser parte del problema al compartirla en las redes, sin haberla verificado previamente.
En otras palabras, así como es posible recibir información falsa, también la misma tecnología nos permite verificarla de fácil manera. Podemos buscar en diversas y serias fuentes opciones de verificación. Entonces, parece no haber escape a nuestra importante cuota de responsabilidad para con nosotros mismos y para con los demás.
Es un hecho que, tal cual, deterioramos nuestra salud física alimentándonos de manera inadecuada o deficiente; también deterioramos nuestra salud mental, emocional y espiritual cargándonos o saturándonos de información irrelevante, innecesaria, inútil, manipulada, desvirtuada, sesgada o de pésima calidad. Peor aún si pretendemos aplicar similar dosis a nuestros amigos reales y virtuales intoxicándolos con esa basura.
Es necesario que evitemos reaccionar ante una información o noticia, tomando –para ello- el tiempo requerido a fin de verificar la información antes de hacernos eco de esta. Muchas noticias, más allá, de lo ciertas que puedan ser solo contribuyen a crear nerviosismo, angustia o agravar un problema, sin aportar nada bueno; por tal razón, no debemos sumarnos a la campaña de caos o de la crítica desmedida, detrás de las cuales con seguridad existen intereses que desconocemos.
Innumerables noticias de prensa, medios e intereses amarillistas, lejos ayudar a un mundo mejor contribuyen al caos, angustia y desconfianza. Detrás de esa información falsa, desvirtuada, medias verdades y siempre dañina, existen diversos, variados y oscuros intereses.
Es válido ratificar que el lenguaje no es inocente, las palabras tienen alguna razón de ser y crean realidades, para bien o para mal, ciertas o falsas. Al convertirnos en eco de información no verificada podemos contribuir a diseminar información de dudosa fuente y razón. Estimo que más de un 98% de la información que recibimos no ha sido verificada por quien nos la hizo llegar, entonces hagamos la tarea nosotros, antes de creerla y de transmitirla.
Los seres humanos a pesar de lo racionales que creemos ser, en ocasiones actuamos de manera irracional. Muchos individuos u organizaciones promotores de falsa información están convencidos de nuestra irracionalidad y, seguros, que ello nos llevará a reaccionar sin verificar y convertirnos en parte de su equipo de promoción de información desvirtuada, falsa y negativa.
En las redes circula mucha información de todo tipo, cierta y falsa. Hace algún tiempo, una historia famosa reportada en BBC –Mundo fue la referente a la niña de seis años Charly Johns quien luchaba contra el cáncer, y su madre Anna reportó a través de las redes sus avances por dos años, hasta que anunció que la niña, finalmente, perdió la batalla contra la enfermedad. La verdad descubierta más adelante fue que ni Charly ni Anna existían, porque simplemente fueron invento de una adolescente.
Muchas personas -entre las cuales encontramos a algunos amigos reales o virtuales- retransmiten información no verificada o de la cual incluso tienen dudas de su veracidad, pero la razón para transmitirla es que esa información está en línea con su manera de pensar o interés acerca de algún particular tema, por ello, irresponsable o manipuladoramente la comparten.
Recuerdo que una vez reclamé a una amiga virtual haber compartido la portada de una revista, que hacía referencia a la ostentosa casa de un político, quise verificar la información utilizando el número y la fecha de la edición, para lo cual procedí a buscar la portada en la página web de la revista, encontrando que en ese número realmente aparecía la casa, pero era de un futbolista cuya foto y titular habían sido cambiados por los del político. Le hice el reclamo a mi amiga y me dijo que no le importaba, porque lo que deseaba era dar mala publicidad al político. Por supuesto, la bloqué a ella de todas mis redes. Hacer montajes hoy día es fácil, no seamos cómplices de oscuros intereses.
La información que compartimos demuestra nuestro nivel de conocimiento o nuestra ignorancia, acertadamente el músico irlandés y activista político Bono afirma «Cuanto menos sabes, más crees». Podemos ser tontos útiles y para evitarlo debemos ser responsables y honestos en el manejo de nuestras redes sociales, garantizando la veracidad de las noticias y la seriedad de la fuente, hasta en aquella información que parezca nada dañina, es nuestro compromiso de conciencia ciudadana.