
En aguas mansas cualquier marinero es Capitán. Y es un hecho que “Cualquiera puede sostener el timón cuando el mar está en calma”, como sabiamente expresó, hace más de dos milenios, el escritor latino Publio Sirio. En otras palabras, parece y seguramente es fácil navegar en aguas mansas.
En aquellos casos, donde surge algún acontecimiento inesperado y potencialmente dañino o perjudicial, que podríamos definir como crisis, el líder debe dar respuesta inmediata y efectiva al acontecimiento y sus consecuencias, evitando daños e impactos mayores. Para ello, el líder debe realizar un detallado análisis y evaluación de la crisis y sus características, lo cual es vital para una adecuado diagnóstico y prescripción de las medidas a tomar.
No obstante, es importante aclarar que en una efectiva gestión de liderazgo las crisis deberían ser más excepciones que reglas, porque una de las características de un auténtico líder es ser visionario y proactivo, nunca -o excepcionalmente reactivo-, por lo cual tendrá la capacidad de anticipar y evitar el surgimiento y desarrollo de estados de crisis.
Un auténtico líder siempre dedicará tiempo y recursos enfocados en anticipar potenciales eventos o amenazas que podrían generar inestabilidad o causar impacto y daño. Comprender las necesidades de sus seguidores y hacer el mejor y más efectivo esfuerzo por satisfacerlas -especialmente durante una crisis- es tarea básica de un auténtico líder, para evitar que esas necesidades insatisfechas se conviertan en un problema adicional a la crisis.
Ese análisis y evaluación debe permitir al líder determinar con la mayor precisión la realidad con la que se enfrenta, a fin de definir sus características y alcance, para establecer prioridades, decidir y actuar lo antes posible.
Recordemos que “La Realidad es aquello que, incluso aunque dejes de creer en ello, sigue existiendo y no desaparece”, según expresó el escritor y novelista estadounidense Philip K. Dick. La percepción de un problema, su potencial de daño y sus dimensiones, estará de alguna manera desvirtuada y sesgada por creencias, paradigmas e intereses. En otras palabras, existe el latente riesgo que la emocionalidad puede superar la racionalidad.
El líder debe evitar dispersarse buscando culpables y enfocarse en resolver la crisis. Él debe ser la cara visible de la lucha contra la crisis, representando el lado balanceado y equilibrado, para buscar armonizar todas las variables en juego y gestionar de manera efectiva la solución.
El auténtico líder debe ser punto de unión, enlace y vínculo entre todos los actores que tienen un rol o son víctimas reales o potenciales en una crisis. Generalmente, las crisis se salen de la actividad estándar; por ello, la efectiva gestión de crisis requiere involucrar equipos multidisciplinarios de expertos.
En las crisis usualmente el tiempo es un recurso escaso y trabaja a favor de la crisis, ello significa que la crisis tiende a crecer y diversificarse en caso de no ser detectada, contenida y controlada a tiempo. El líder debe estar consciente que las crisis son riesgosas, no solo por sus efectos inmediatos sino debido a que pueden convertirse en una “Bola de Nieve” y por su efecto residual en el futuro.
Luego de controlada la crisis el líder debe evaluar el desarrollo de planes y programas de recuperación, para reanudar las actividades desde una nueva perspectiva o circunstancia. Igualmente, debe -junto a su equipo- evaluar y analizar lo ocurrido para comprender la enseñanza y obtener el aprendizaje que dejó la experiencia vivida, a fin de evitar que vuelvan a repetirse crisis similares en el futuro.