
Comencemos por aclarar que la empatía es una palabra que nos describe como reales y auténticos seres humanos. Un individuo sin capacidad de ser empático es difícil de ubicar -inclusive- como ser vivo, debido a que, hasta en el reino animal, muchos individuos o especies -controlando sus instintos- dan claras muestras de empatía.
La empatía podemos describirla como la genuina intención de un individuo por comprender y solidarizarse con los sentimientos y emociones de los demás, poniéndose -literalmente- en los zapatos de ellos, lo cual requiere una auténtica comprensión de su dolor y sufrimiento; y motiva el deseo de apoyar y ayudar.
Un líder sin empatía pierde el necesario contacto emocional con sus seguidores, haciendo que la relación con ellos deje de ser saludable y de beneficio para todos, porque será solo de interés y beneficio para él. De esa manera, quien actúa así termina convirtiéndose -con el tiempo- en un individuo a quien solo le importa él mismo y cuando mucho su núcleo de relación más cercano.
Un genuino gesto de empatía no debe asociarse a una actitud pragmática, porque de ninguna manera debe estar ligado a ningún tipo de interés. Cualquier gesto de empatía debe venir de la sensibilidad del individuo y de la pureza ese sentimiento; de lo contrario, sería un gesto utilitario dirigido a la obtención de alguna utilidad, resultado o beneficio.
Al ser empático el líder tendrá entre sus capacidades la efectiva escucha, no solo de palabras sino de situaciones y hechos, así como la evolución de estos en el tiempo para comprender realidades. Podrá, igualmente, analizar los hechos, circunstancias y personas desde diferentes perspectivas, a fin de escoger el más efectivo y adecuado ángulo para dar soporte a sus decisiones y acciones.
Un líder empático en cualquier área de gestión sea ésta en la política, en negocios o en lo social, siempre considerará todas las variables antes de decidir y actuar, su enfoque será sistémico, observando y considerando todos y partes, causas y efectos.
Su actitud empática no le permitirá considerar un resultado, un número o una estadística como un hecho aislado, su visión será integral y holística, percibirá y sentirá el «sonido de los números» y sus efectos en todo el sistema que lideriza, cuidando que esos números no se desvíen, sesguen ni desvirtúen en beneficio de alguna parte del sistema, mientras deterioran o hacen daño a otras partes, afectando la necesaria armonía del sistema para conservar la paz.