¿Qué significa Racismo Sistémico? Miguel A. Terán

Es osado de mi parte intentar tratar, en algunos breves párrafos, este amplio, multivariable, complejo, arraigado y controvertido tema; pero consideré la importancia de hacerlo, para contribuir a aclararlo, aunque con seguridad en muchos de los puntos -apenas mencionados o brevemente tratados- quedarán innumerables espacios para escribir sobre las múltiples aristas de este tema. 

Igualmente, para no desvirtuar la importancia vital de este tema vital para la anhelada paz social, me gustaría dejar claro -desde estos primeros párrafos- que este artículo tiene un contenido enfocado hacia una realidad social, que debe ser concientizado para poder ser resuelto desde sus raíces, y que no conlleva ningún sesgo hacia una determinada tendencia política.

Desde hace algunos días hemos leído y escuchado la expresión «Racismo Sistémico» en diferentes medios de comunicación. Inclusive, el expresidente George W. Bush expresó recientemente en una entrevista que había que poner fin al «Racismo Sistémico». El término «Racismo Sistémico» pertenece al prestigioso sociólogo estadounidense Joe Richard Feagin, PHD en Sociología de la Universidad de Harvard.

He considerado que para mejor entendimiento de todos debería ir describiendo,  brevemente algunos términos, comenzando por el término «Sistémico», entendiendo que un sistema, como por ejemplo una sociedad, está compuesta, constituida y organizada por varios subsistemas -social, educativo, económico, de salud, laboral, político, de justicia, etcétera- todos éstos subsistemas están íntimamente relacionados e interactúan continuamente entre sí, afectándose o impactándose unos a otros, para bien o para mal de la sociedad y, todo ello, conforma una relación sistémica.

Es importante y vital reconocer que los sistemas humanos y sociales son dinámicos, ya que evolucionan e incluso involucionan, dan marcha atrás, en el tiempo. Experiencias tales como pasar de una dictadura a una democracia es ejemplo de evolución, mientras que pasar de una democracia a una dictadura es ejemplo de involución. Sin embargo, parece que algunas veces debemos involucionar para de nuevo retomar el rumbo de la evolución.

Por otra parte, los diccionarios definen al «Racismo» como una creencia y sentimiento intensificado o extremo del «sentido racial» de un grupo étnico, que habitualmente causa discriminación o persecución contra otros grupos étnicos con los que convive, sobre la creencia de que rasgos -principalmente- de apariencia física otorgan superioridad de una raza en particular sobre otra.

Esta creencia de superioridad de una raza sobre otra puede reflejarse en prejuicios, discriminación o antagonismo dirigido contra otras personas, simple y únicamente porque son de una raza u origen étnico distinto. Muchas conductas y hábitos racistas han sido reforzados a través de los tiempos por la cultura dominante.

Con el trascurrir del tiempo, no solo la raza que se cree superior está convencida de esa superioridad, sino que el sistema y su influencia cultural ha venido “trabajando” -a lo largo de los años- para que las otras razas lleguen a convencerse de que son “inferiores”, basadas solo en rasgos o características heredables.

El racismo, reconocen historiadores y especialistas, desde siglos atrás fue una herramienta de colonización y de esclavitud. Si bien es cierto que la colonización, en ese sentido pasó de moda y que la esclavitud fue abolida en el sentido anterior, en un sistema racista continúan vigentes otras muchas formas de moderna colonización y de esclavitud.

Casi sin darnos cuenta -para la gran mayoría- algunas sociedades, en el tiempo, apoyadas por los subsistemas sociales, educativos, de salud, laboral, políticos, de justicia y económicos, han asumido y sentado bases y prácticas “legales” para que el sistema permita -como algo normal- acciones y conductas racistas, de una raza sobre otra u otras. Y esas leyes, han sido confeccionadas a la medida para dar impunidad a muchos casos de racismo y segregación.  

La segregación, en términos de racismo, es definida como el acto de separar o apartar por razones sociales, culturales o políticas una raza del todo social al cual pertenece. Las clases segregadas pierden oportunidades de desarrollo y progreso al haber sido creadas barreras sociales que no solo las aíslan en guetos, favelas, barriadas o zonas marginales, sino que les impide posibilidades reales de ascenso social y económico, todo lo cual las conduce y arraiga en su condición de pobreza, también sistémica.

En paralelo, y en el tiempo, el sistema dominado por una raza realiza cambios y crea leyes cargadas de desigualdad en derechos, beneficios y servicios que alteran la dinámica natural del sistema social -humano, brindando mayores oportunidades a los miembros de su raza, en detrimento o perjuicio de otros grupos étnicos y convirtiendo esa «patológica dinámica» en un ciclo interminable de subdesarrollo humano y social.

Aunque, en el tiempo, algunos sistemas han sido forzados a crear leyes para evitar o reprimir acciones y conductas racistas, lo que ha ocurrido es que podemos conseguir instituciones y personas cuyas acciones y conductas visibles no son racistas, pero sus actitudes si lo son. Existe, entonces, en muchos casos un racismo no evidente a simple vista, oculto, pero no por ello irreal. En otras palabras, una doble moral sobre el tema.

El temor a la penalización por incumplimiento de una ley es lo que evita la conducta racista, pero no es la conciencia de que todos somos seres humanos. La actitud racista continúa vigente y como dice la vieja expresión “El que hizo la ley hizo la trampa”, siempre habrá triquiñuelas y caminos oscuros para incumplir las leyes que intentan proteger a las minorías de acciones racistas.

Cuando una raza o una clase social se convierte en un fin para los intereses de otra raza o clase social, la tendencia es a que perdure la discriminación y consecuente segregación.  Las oportunidades que reciben las minorías tienen que ser reales y genuinas, no simples dádivas que consolidan y reafirman el racismo. 

Alguien refería que el racismo no solo obedece a razones étnicas o sociales, sino también a razones económicas, ya que en muchos casos una acaudalada posición económica minimiza los rasgos que no se valoran de alguien en una particular raza. En latino américa podemos ver el racismo de parte de cualquier individuo que simplemente se considera superior a otros, por diversas razones, aunque pertenezcan a similar etnia.  

La discriminación no es solo de rasgos físicos ni de orígenes, sino también existe discriminación hacia el pobre. La aporofobia es uno de los neologismos que han sido creados para referirse a la discriminación hacia el pobre, hace referencia al rechazo a personas pobres por el simple hecho de serlo. El término apareció por primera vez en publicaciones de la filósofa española Adela Cortina para tener una palabra con la cual diferenciar este fenómeno de la xenofobia o el chovinismo

No se trata solo de mencionar o resolver casos aislados, porque el racismo sistémico es mucho más que eso, como pudimos expresar en los párrafos anteriores.  El racismo es algo enquistado y consolidado en las sociedades durante siglos, por lo cual tiene profundas raíces en todas las partes y estructuras del sistema social y; por ello, requerirá cambios y transformaciones -también- profundas en la cultura social, en los individuos y en la sociedad en general, para lograr el compromiso de extirpar el racismo de raíz.

Para concluir y resumir podemos afirmar que El Racismo Sistémico, es una realidad en muchas sociedades reforzado, reafirmado y consolidado por las estructuras y prácticas de poder, a través del gobierno e instituciones, que han establecido en el tiempo políticas, leyes, procedimientos y normas que marcan sesgos y establecen o acentúan diferenciaciones en el trato, inequidades y oportunidades entre los individuos, basadas en la etnia, color, estatus social y otros.

Algunas referencias fueron tomadas del RAE

Publicado por

Miguel A. Terán

Psicólogo especialista en Desarrollo de Líderes y Organizaciones, Coach Certificado, Diplomado en PNL y Psicología Positiva, Certificado en Gestión de Recursos Humanos. Ha ejercido cargos de gerencia y dirección regional en el área de latino-américa, para importantes empresas (PwC-PricewaterhouseCoopers, GSK-GlaxoSmithKline, Quaker Oats Company, entre otras). Profesor universitario (UCV), Coach Organizacional, de Liderazgo, Profesional y de Negocios. Escritor, Orador, Entrenador e Instructor en Programas de Formación y Desarrollo Ejecutivo, Gerencial y de Liderazgo.

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