Reflexionando al respecto, es imposible pensar que un individuo que no tiene el más mínimo respeto por si mismo pueda respetar a otros, entre ellos sus seguidores y votantes. “Ante todo, respetaos a vosotros mismos”, expresaba el filósofo y matemático griego Pitágoras de Samos. “Caminar por donde hablamos”, sin duda, es una muestra de respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás.
La doble moral es común en el ofensor y en el ofendido, porque, por un lado, critican algún proceder y por otro lado lo practican con regularidad o cuando es conveniente. Es como la mal llamada “Ética Situacional”, en la cual los principios éticos no son firmes ni basados en convicciones, sino que se adaptan a la situación y circunstancias.
Las reales convicciones de estos individuos hacia los ciudadanos y el país no existen, ni siquiera hacia su propio partido político, las convicciones son única y exclusivamente hacia sus particulares intereses. Todo lo que hacen, inclusive cuando apoyan a alguien -de quien pudieron haber recibido ofensas e insultos- es un disfraz para sus personales intereses.
Este tipo de espécimen de la fauna política “No da puntada sin hilo”, como dice la vieja expresión, que hace referencia a aquel individuo calculador e interesado para quien «todo lo que dice o hace conlleva -directa o indirectamente- algún objetivo o beneficio personal». En otras palabras, no hace nada sino puede sacar algún provecho personal.
Este camaleónico individuo de naturaleza sinvergüenza y oportunista, al ocupar posiciones políticas, representa un atraso para los pueblos y hace un mortal daño a la democracia al destruir sus valores y sus instituciones.