Muchos individuos atrapados en su ignorancia han tomado las “verdades” de otros como sus verdades y las defienden sin límite.
El periodista, escritor e historiador polaco, Ryszard Kapuscinski, planteaba “Si entre las muchas verdades eliges una sola y la persigues ciegamente, ella se convertirá en falsedad, y tú en un fanático”. Esa “verdad” la vamos blindando, solo viendo y escuchando aquello que esta alineado con nuestra “verdad”, haciéndola impenetrable e inmodificable.
Debemos ser equilibrados para conservar nuestras razones basadas en reales argumentos. En ese orden de ideas, el brillante consultor Stephen R. Covey, decía “Argumentar auténticas razones, basadas en la verdad o lo más cercano a ésta, nos llevará a reconocer la existencia del otro o de lo otro, tratando de comprenderlo y aceptarlo; y ello, minimiza el conflicto y acerca las soluciones”.
La confusión y el posterior problema con la verdad radica en la intención, de quien cree poseerla, universalizarla y hacerla válida para todos. Es un hecho que muchas “verdades” son construidas con diferente interés, como estrategia para ganar adeptos, partidarios o seguidores a una persona o causa. No poner en duda las verdades que nos venden, nos lleva a jugar el rol o papel de “tontos útiles” en el apoyo ilimitado de personas o causas, que no son del todo verdad o son absolutamente falsas.
Muchas falsas verdades se robustecen con el apresuramiento, la incertidumbre y el miedo. El tiempo, la investigación, el análisis detallado, el conocimiento y la lectura de la historia para comprender la evolución de procesos son los enemigos de la mentira. Tomemos el tiempo que necesitemos para verificar cuidadosamente antes de tomar posiciones en la defensa o en la critica de alguien o algo.
“Solo hay una verdad absoluta: que la verdad es relativa” nos decía el novelista y ensayista francés André Maurois. “¿Tu verdad? No, la Verdad, y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela”, expresaba el poeta y prosista español Antonio Machado.