Recomendación de Película: I.T. (Information Technology / Tecnología de la Información)

I.T. (2016)
Director: John Moore
Actores: Pierce Brosnan (Mike Regan); Anna Friel (Rose); Stefanie Scott (Kaitlyn); James Frecheville (Ed Porter)
Género: Película de Suspenso. (No confundir esta película con la miniserie de terror It)

La película es por demás interesante porque nos brinda la oportunidad de tomar conciencia de los riesgos y peligros de la Tecnología de Información (I.T.) cuando esta invade todos nuestros espacios personales. Reconocemos que cada vez más la privacidad está en riesgo ante el avance de la tecnología.  Hoy día este riesgo se hace exponencial con la IA (Inteligencia Artificial).

En la trama de la película Mike Regan es un magnate de la aviación quien posee una lujosa y moderna casa inteligente, con todos los adelantos tecnológicos. Está casado con Rose  y tienen una hermosa hija adolescente (Kaitlyn). Una familia con un estándar de vida alto.

Todo cambia cuando la hija de Mike se queja de lo lenta de la señal de wifi,  y para resolver el problema Mike contacta a Ed Porter, un joven consultor de tecnología de la información (IT) quien trabaja en su empresa.

Pero el consultor (Porter) comienza a utilizar sus habilidades tecnológicas para acechar a la hija de Mike. Posteriormente, Mike despide a Porter y éste comienza a acceder remotamente a los datos privados de Mike y su casa mientras los monitorea encubiertamente a través de las cámaras y dispositivos de seguridad instalados en toda la casa. Inclusive, interviene hasta el vehículo de Mike, además de hacer daño a los archivos de e-mail, cuentas de banco, etcétera.

Y Mucho más, hasta poner en riesgo la empresa de Mike y la vida de éste y su familia. Vale la pena ver esta película –aparentemente simple en su trama- pero que nos permite comprender las dimensiones apocalípticas del lado oscuro de la tecnología.

Nota: imagen extraída de la web

El científico informático Geoffrey Hinton advierte sobre riesgos de la Inteligencia Artificial (IA).

Algunas veces cuando se tratan temas complicados surgen individuos refutando a quien los emite, argumentando -generalmente- que quien los emitió no es un experto en el tema; sin embargo, este no es este el caso de Geoffrey Hinton, científico informático británico considerado como una de los máximos expertos y una reconocida autoridad mundial en Inteligencia Artificial (IA).

Para considerar la validez de sus palabras y sus temores, es importante hacer mención a la formación profesional de Hinton, quien es egresado con una Licenciatura en Psicología Experimental en el King´s College, Cambridge y posee un PhD en Inteligencia Artificial de la Universidad de Edimburgo.

Hinton ha trabajado en la Universidad de Sussex, la Universidad de California, la Universidad Carnegie Mellon y la Universidad de Toronto, y por varios años en Google.  Ha sido galardonado con Doctorados Honoris Causa en la Universidad de Edimburgo y en la Universidad de Sherbrooke. Y ha sido distinguido con varios importantes premios internacionales, entre éstos el Premio Turing en el 2018, considerado el Premio Nobel de la Computación.

Luego de su reciente renuncia de Google decidió compartir sus preocupaciones y temores con respecto a la Inteligencia Artificial (IA), una tecnología que a su entender supera al cerebro humano y que nadie sabe cómo podrá controlarse, por lo cual -en su opinión- representa un riesgo y amenaza para la humanidad.

Reconoce la velocidad de los desarrollos en esta área y considera que éstos se vuelven cada vez más peligrosos; según él, solo hay que proyectar su velocidad de avance para darnos cuenta de que es atemorizante. Personalmente reconoce que no esperaba que este desarrollo avanzara tan rápido.

La carrera por el domino de esta tecnología entre los gigantes tecnológicos hará que su avance sea veloz e indetenible, pero sobre todo sin regulaciones. Hinton reconoce que los sistemas de IA «a menudo aprenden un comportamiento inesperado de la gran cantidad de datos que analizan…pudiendo ejecutar códigos por su propia cuenta”.

Considera que gente sin escrúpulos podría hacer un inadecuado uso de la IA y le preocupan varios temas con esta tecnología:

  1. Que internet pueda llenarse de falsedades en fotos, vídeos y textos, haciendo imposible saber qué es verdad.
  2. Que la IA lejos de complementar a los seres humanos pueda reemplazarlos en innumerables oficios.
  3. Que sean desarrolladas armas autónomas y el posible uso militar de la IA.

Manifiesta que es muy difícil pronosticar más allá de cinco años los avances que traerá la IA. Advierte, sin embargo, que «no hay un buen rumbo cuando inteligencias inferiores estarán intentando controlar inteligencias superiores».

La inteligencia artificial para Hinton, en similar línea de pensamiento que el científico Stephen Hawking, podría volverse autónoma y rediseñarse a sí misma de manera ilimitada. Mientras los humanos limitados por su desarrollo biológico no podrán competir con esta tecnología.

Sin lugar a duda, que es un tema que la humanidad debe tomarse con toda seriedad para evitar que la ambición y el poder pongan nos lleven a destinos inciertos.

Información tomada de diferentes fuentes de internet.

LA BÚSQUEDA DE UN ENEMIGO EXTERNO: UNA PRACTICA COMÚN DEL FALSO LIDERAZGO

Miguel A. Terán

La costumbre y práctica de buscar un culpable o enemigo externo es bastante común en las relaciones humanas, en diferentes ambientes sociales, familiares, amistosos, económicos, laborales, religiosos, políticos, geopolíticos, etcétera. La historia de la humanidad está llena de tristes ejemplos relacionados con esta milenaria práctica.

Con la búsqueda y atribución a alguien o a algo de cualidades o intenciones dañinas, perversas, malvadas o diabólicas, quien utiliza esta estrategia intenta lograr algunos fines:

  1. Descalificar, dañar, afectar o destruir a ese alguien o algo;
  2. Escapar, a través de ese enemigo externo, de los problemas propios, desviando la atención hacia otro lado;
  3. Sacar beneficio económico, de negocios, de poder o de otro tipo en esa lucha contra el “enemigo” externo.

Expresaré como analogía un caso común en las relaciones de pareja, cuando el fantasma de la infidelidad aparece. Este fantasma se vuelve realidad a través de una tercera persona, a la cual -el miembro traicionado de la pareja- le atribuye la autoría o causa del problema de infidelidad.

En otras palabras, ese miembro de la pareja que se siente traicionado considera que no había razones para tal infidelidad, y que todo surge con la aparición de un tercero, quien se ha inmiscuido o entremetido en la relación trastornando, afectando o destruyendo lo que era -a entender del afectado- una “relación muy feliz”, hasta ese momento.

Hablando claro, la verdad es que el tercero aparece porque la relación ya mostraba signos de desgaste o deterioro. La realidad es que nadie tiene cabida en una relación sólida, en ese tipo de relación -literalmente- blindada por casi todos los ángulos.

Llevando el anterior ejemplo al liderazgo, podemos evitar que un individuo pretenda que seamos sus seguidores en la lucha contra alguien o algo, sin haber comprendido las reales raíces del problema ni los intereses del referido individuo esa lucha. Es vital tener presente que en esa lucha podríamos estar sacrificando muchas cosas, pero con seguridad estaremos perdiendo nuestra paz. Siglos atrás expresaba el filósofo y teólogo cristiano Erasmo de Rotterdam que la “La paz más desventajosa es mejor que la guerra más justa”.

Muchos conflictos humanos, familiares, sociales, religiosos, económicos, laborales, políticos y geopolíticos, tiene sus orígenes en esa búsqueda del tercero diabólico. Si ese enemigo no existe; entonces, se le fabrica, porque es condición vital para manipular dos emociones básicas, ira y miedo, creando en los seguidores un enemigo común contra el cual luchar. Ese enemigo aumenta la cohesión y el sentido de pertenencia en los miembros del grupo, tema que aprovechan esos falsos líderes para llevar a los seguidores a sus batallas personales.

Emociones adicionales como aversión y repulsión, surgidas de campañas de mercadeo para estimular odios, irán dando -literalmente- más “sazón” al tema, logrando convertir a ese enemigo en la causa de muchos problemas, la mayoría de ellos no reales sino más bien creados.

Ese enemigo externo juega un rol importante en desviar o desvirtuar los problemas internos, dejándolos a un lado, para unir fuerzas en la lucha contra tal enemigo. Pero esta postura tiene un grave resultado debido a que se descuidan los problemas internos, los cuales irán creciendo y agravándose por falta de atención. “Si quien gobierna no reconoce los males hasta que los tiene encima, no es realmente sabio”, afirmaba el filósofo político Nicolás Maquiavelo.

Es común escuchar a una organización culpando de sus problemas a las regulaciones del gobierno, a los sindicatos, a la inflación y otros “enemigos” más, sin reconocer sus propias fallas de gerencia y de falta de visión. Podemos observar a un político criticando un país vecino en vez de brindar atención a los problemas de su propio país. Un incendio en la casa del vecino impedirá que podamos oler el propio humo de nuestra casa que se incendia.

Las guerras -en especial- tradicionalmente han servido para diversos fines, muchos de ellos alejados de lo que podríamos considerar que era la verdadera causa o razón de la guerra. Detrás de las razones simples para las batallas existen múltiples intereses. La historia no refiere grandes fortunas que se construyeron aprovechando circunstancias y oportunidades que brindaban las guerras.

Desgraciadamente los líderes no son individuos vacunados contra la insensates; y por ello, pueden llevar a sus seguidores a luchas contra enemigos irreales o a participar en batallas que siempre representarán perdidas. Algunas veces, hasta el propio líder, es simplemente un “tonto útil” de algunos intereses que él mismo desconoce. Pero es importante -realmente vital- reconocer la alícuota de culpa del seguidor, quien, de manera ignorante, insensata y hasta borrega, sigue dócilmente y sin cuestionar mucho a ese líder que lo llevará por mal camino.

Como seguidores o ciudadanos debemos exigir a nuestros líderes que prioricen adecuadamente los problemas que deben atender en beneficio de todos, dejando a un lado la búsqueda de enemigos externos, para reconocer y luchar contra los enemigos internos reales, no aquellos que el líder considera enemigos internos por la simple razón que no apoyan sus insensateces.

En la mayor parte de los casos, con seguridad, nuestro peor enemigo somos nosotros mismos y es allí donde debemos hacer esfuerzos para superar nuestros reales problemas. Aceptemos a ese líder que nos invita a mirar con honestidad dentro de nosotros mismos como personas, grupos, equipos, comunidades, sociedades y países, para buscar las raíces reales de los problemas que nos afectan y encontrar alternativas para su solución.