
Los líderes políticos con clara visión de futuro y convicción de la imperiosa necesidad de realizar cambios, reformas y mejoras en la sociedad, que no sean solo ajustes superficiales o cosméticos, sino profundos en su análisis y contenido, y que conlleven transformaciones en las leyes y prácticas tradicionales del sistema, tienen ante si una difícil y compleja tarea.
La razón para considerar que está es una tarea o reto difícil y complejo para el liderazgo obedece a que los cambios, reformas, mejoras y transformaciones que se plantean alteran de una o muchas formas el statu quo y la dinámica del sistema y sus subsistemas. Esta alteración significa sacar del nivel de confort a aquellos para los cuales la forma en que ha funcionado y funciona el sistema les ha traído resultados y beneficios; por tanto, están convencidos que, al dejarlos igual, quizá solo con algún cambio cosmético, les seguirá trayendo beneficios. Con seguridad, muchos de ellos no tengan conciencia que conservar beneficios únicamente para algunos, podría solo ser sostenible y viable en el corto plazo o cuando más a mediano plazo, porque más temprano que tarde el sistema colapsará.
El líder en su visionaria perspectiva podría reconocer que el sistema se está resquebrajando, que tiene daños estructurales importantes, que ya no aceptan más remiendos ni más parches, por lo cual el sistema -tal cual está concebido- no parece viable ni sostenible en el tiempo, y que es solo cuestión de tiempo para que colapse.
Posiblemente, han sido muchos años explotándolo irracionalmente, pero -sin duda- este argumento no será claramente entendido y -con seguridad- criticado por individuos con mentalidad pragmática y quienes desean continuar lucrándose de la forma en que opera el sistema.
No obstante, para aclarar más y mejor el tema he considerado válido apoyarme en las palabras del brillante diplomático, funcionario, filósofo político y escritor italiano Nicolás Maquiavelo (1469 – 1527), considerado el Padre de la Ciencia Política Moderna, quien afirmó siglos atrás que “El innovador o reformador está siempre ante el riesgo o problema de transformarse en enemigo de todos, porque toma tiempo que el beneficio de los cambios o reformas que promueve llegue a aquellos que se van a beneficiar. En cambio, los que son afectados por el cambio o reforma sienten el perjuicio de inmediato”.
En otras palabras, el líder innovador o reformador se transforma en enemigo de todos aquellos para quienes las leyes antiguas estaban a su favor y los beneficiaban, y solo logra la tímida o débil aprobación de quienes se beneficiarán con las nuevas leyes o cambios, porque éstos últimos serán incrédulos o cautelosos ante esos cambios o reformas, hasta tanto vean sus frutos, lo cual requerirá algún tiempo.
El líder debe tener muy claro que está liderizando un sistema, en donde el todo afecta a las partes y las partes al todo, y que los cambios o reformas no se logran “overnight” sino a través de procesos cuyo insumo básico es el tiempo. Por tanto, en el corto plazo, las ganancias o logros de un lado siempre representarán perdidas de otro lado. Sin embargo, en el mediano y largo plazo, los cambios deberían tener un impacto positivo para todas las partes del sistema, pero ello podría llevar mucho tiempo, conflictos y saboteos.
En el ínterin, ocurre que muchas buenas ideas y sueños, que con seguridad son necesarios, existieron y pudieron hacerse realidad a través de cambios y transformaciones, terminan desvirtuándose por variadas razones. Con una parte de la sociedad apostando a perdedor y al fracaso de las reformas se acentúan las polaridades políticas y sociales, surgen luchas intestinas acentuadas por el fanatismo, mientras los posibles logros y mejoras se diluyen.
En la realidad, este será un tema sin solución, una utopía o un sueño, hasta tanto no exista clara conciencia por parte de todos los actores del sistema acerca de la necesidad de realizar cambios profundos y transformaciones en los modelos existentes, lo cual representará para muchos ceder posiciones de poder y lucro, que son percibidos -miopemente- solo como “sacrificios”. Mientras tanto, mientras ese sueño se hace realidad, el conflicto, el fanatismo, las luchas y los cambios extremos de gobiernos con violentas transiciones de la derecha a la izquierda y viceversa, donde finalmente todos perderemos, continuarán siendo la práctica común en nuestras sociedades.